martes, 1 de septiembre de 2009

Fiestas de San Agustín: desorganización y falta de trabajo

Otro año más nos encontramos ante un desierto de trabajo, desorganización a raudales y unas fiestas que nos cuestan mucho dinero directamente (200.000 euros han dicho, pero no han indicado cómo se reparten) y bastante indirectamente (Concejala liberada 80% exclusivamente para las fiestas).
El caos organizativo ha sido la norma, la desidia la regla a seguir y la degradación de las fiestas de San Agustín iniciada hace varios años continúa a galope tendido. Los puntos críticos de estas fiestas se concentran en los siguientes aspectos:

1º) En los últimos años se han cargado, tanto la programación de actividades deportivas, como la de actuaciones musicales. No es una cuestión de dinero: todos los años ha habido una actuación musical gratis en la Plaza Mayor y ahora lo presentan como una concesión generosa al populacho. La falta de respeto a la inteligencia de la población es indignante. Este año pretendían cargarse el desfile de Carrozas y los festejos taurinos.

2º) Un año más el día de las Carrozas ha sido un caos circulatorio y de aparcamiento de los coches y la limpieza ha brillado por su ausencia. Era vergonzoso ver cómo estaba el suelo de las calles por donde transitaron las carrozas, pues no se limpiaron tras el desfile. A eso se ha unido la pérdida de calidad del desfile y la exclusión premeditada de carrocistas toresanos tradicionales por motivos imputables al sectarismo del equipo de gobierno (“o conmigo o contra mí”).

3º) En los festejos taurinos, un año más, se produce la exclusión en la organización de peñas taurinas, teniendo en cuenta sólo a una y se ha producido la ausencia de encierros callejeros, ha habido ½ entrada en la corrida de toros (desorganizada y repitiendo torero año tras año) y rejones y la degradación de la fuente de vino, que es el acto propio de Toro, continúa. Todavía no se ha dicho cuánto han costado los festejos taurinos y cuánto suponen del presupuesto de estas fiestas.

4º) El espectáculo ecuestre, que fue gratuito, se convirtió en un verdaero peligro para la seguridad de los asistentes, al dejar entrar a una cantidad de gente mayor de la que correspondía a la plaza. A ello se sumó nuevamente la desorganización del acto que contó con numerosos cortes de música en la interpretación de las canciones.

5º) Las actividades infantiles en la Plaza de la Trinidad fueron un verdadero caos organizativo con colas de hora y media y hasta dos horas para que los niños pudieran recibir su caricatura.

6º) Los montajes que se realizan están luego varios días después sin desmontar. Así por ejemplo, el graderío que se sitúa en la Plaza de Santa Marina para que las autoridades puedan ver las Carrozas sin mezclarse con el populacho que no les gusta (qué no sabemos para qué se instala si no hay que dictaminar nada sobre las carrozas pues ya no hay premios a las mismas) ha estado desde el día 22 al 31 de agosto sin uso y estorbando en dicha plaza.

7º) La mojada de bomberos la han tenido que cambiar de día porque no se podía hacer al instalar el escenario para la actuación de Malú. Estas coincidencias que son evitables son un buen indicador de la desidia y falta de organización.

8º) El estado lamentable en el que han sido abandonados los gigantones y cabezudos, tirados a pleno sol y retorcidos en el patio de los Condes de Requena es otro indicador del descuido, abandono y desidia existente.

9º) Finalmente, la falta de información a la población del reparto del coste de las fiestas responde al oscurantismo y falta de transparencia democrática con la que se hacen las cosas en este ayuntamiento. Unas fiestas que nos cuestan mucho (más de 200.000 euros más un sueldo de 14 pagas durante todo el año) para obtener unos resultados tan magros, con unas fiestas repetitivas (ya se repite hasta el cartel de los toros), con escasas actividades y con días en que el acto central es comer 750 raciones de paella (ese mismo día en Moraleja del Vino se repartieron 1.250 raciones de otra paella), son un buen indicador de la degradación constante a que están sometiendo las fiestas los gobiernos del PP de Toro, y ello no es por ahorro, pues un gasto de 200.000 euros (casi 34 millones de las antiguas pesetas) se puede considerar bastante alto, sobre todo si lo relacionamos con lo que se ofrece.

Pero no todo va a ser negativo. La programación del Teatro Latorre ha sido interesante, variada y para todos los gustos, concitando el interés de un público numeroso. Igualmente ha habido una importante afluencia como todos los veranos (pues si no hubiera gente en fiestas y siendo en agosto con la enorme cantidad de emigrantes de esta tierra, ¿cuándo quieren que venga la gente?), incrementada este año con los efectos de la crisis que ha obligado a reducir las vacaciones y a acercarse a ver padres y familiares más días que otros años. Es decir, de nuevo las fiestas son salvadas por el interés de la gente y la participación popular, y ello a pesar del equipo de gobierno del ayuntamiento de Toro.

Izquierda Unida de Toro vuelve a poner sobre el tapete la necesidad de gastar de modo más adecuado el presupuesto, no repetir hasta la saciedad actividades y artistas (así evitamos trabajar), realizar actividades nuevas e innovar en algunos aspectos de las tradicionales manteniendo su esencia, recuperar actuaciones musicales y deportivas como las que había antes, no represaliar a carrocistas, no dividir y enfrentar a peñas taurinas y a ciudadanos, realizar actividades para los jóvenes (no sólo de paella se vive) y sobre todo, intentar hacerlo bien, aunque luego pueda haber fallos (es normal que algo no resulte bien, nadie es perfecto), pero trabajando sin populismos y con la voluntad de realizar unas fiestas con el dinero de todos para todos.

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